El trabajo



EL TRABAJO EN LA ECOCIUDADELA

Ese trabajo engendra el derecho a tener familia, vivienda, alimento, salud, estudio, vestido y recreación.
Todos trabajan pero con obvias diferencias en número de horas, horarios según:
Actividad                      Edad                Salud               Circunstancias.

A los 7 años   à  trabaja 1 hora en su universidad
A los 12 años   trabaja 2 horas
A los 15 años   trabaja 3 horas
A los 18 años    trabaja 4 horas
A los 21 años   trabaja 6 horas
De 21 – 54 años   trabaja 6 horas
A los 55 años     trabaja 5 horas
A los 60 años   
  trabaja 4 horas
A los 65 años     trabaja 3 horas
A los 70 años     trabaja 2 horas
A los 85 años     trabaja 1 hora

Plan sujeto al estado de salud de la persona. Pero las personas mayores, que les encanta ocupar su tiempo y, no queriéndose sentirse inútiles, pueden tomar los trabajos voluntarios que deseen y cuando lo deseen.
Por cada hijo los padres deben aumentar ellos una hora diaria hasta que los niños se la reciban al cumplir 7 años. No constituye un castigo para los padres sino una responsabilidad adquirida conscientemente.


La persona tiene el derecho a manifestar la clase de trabajos que le agradan más y en los que puede ser más útil, y se tendrá especial prioridad al respecto. Pero debe manifestar voluntad de cambio cuando la ciudad precise reforzar otro tipo de áreas de trabajo aunque sea de carácter temporal.

            En las ciudadelas Astron todo niño que nace tiene asegurado todo lo necesario hasta el fin de su vida, independiente de los que pueda ocurrir con sus padres.
Quiere decir que los progenitores no tienen que preocuparse por el futuro de sus hijos. Los niños desde los tres años en sus guarderías tienen una clase de juegos didácticos muy agradables que se llaman trabajos. Es para inculcarles desde pequeños el deseo se servir; porque, el que no vive para servir no sirve para vivir.

En los tres primeros años de vida, el niño está al cuidado de su progenitora. Ella sólo tiene el deber de cuidar a su nene irradiándole amor y ternura en todos los sentidos. Al cabo de esos tres años la madre lleva a su hijo a las guarderías infantiles.

A los 3 años inicia sus estudios preparatorios. Le enseñan que sus compañeritos son sus hermanos y que la ciudad es su verdadera casa.
A  los 7 años inician su carrera profesional: A los 7 años el cerebro ha terminado completamente sus funciones de desarrollo. Por ese motivo el niño inicia, a esa edad, una nueva etapa de estudios avanzados. Realizan trabajos muy suaves durante 1 hora diaria dentro de sus mismas universidades, hasta los doce años.

La mayoría de edad moral se da a los 12 años: el niño se convierte en un joven con todos los atributos; se le considera mayor de edad en responsabilidades y decisiones. Inicia su vida pública en la hermandad. Ya no depende estrictamente de los consejos de sus padres sino que se acoge a las leyes de la Ecociudadela. Una vez graduados aumenta 1 hora más en los talleres de su propia especialización y para su propio beneficio

A los 15 años aumenta su trabajo a tres horas
A los 18 años termina su orientación profesional. De ahí en adelante inicia su carrera trabajando 3 horas diarias durante cuatro días a la semana.
A los 21 años obtiene su maestría, comienza a ejercer su profesión y admite la jornada máxima de trabajo de 5 días a la semana, trabajando 6 horas diarias y disfrutando 3 meses de vacaciones al año.

Lo anterior no es con el fin de explotar a la juventud. Por el contrario: de enseñarles que "el trabajo es amor hecho movimiento útil". Y con esa acción se corresponde a los trabajos que sus padres hicieron por ellos con amor. (Dada la educación correcta allí no hay adolescentes: esta denominación se da solamente en sociedades atrasadas que no saben educar a los menores)



El estudio en las ciudades egomundistas está determinado por la explotación pérfida y cruel en perjuicio de los progenitores que tienen sostener a sus hijos por más de 20 años y aún no quedan preparados para dar frutos. Es un gran negocio prolongar el estudio: cuanto más se demore mayores fuentes de dinero. Alguien diría que se requieren todos esos años para preparar a un individuo. Mentira: Las personas que se mofan de ser estudiadas y cultas pueden saber de todo… menos vivir: no saben alimentarse y de ahí la cantidad de enfermedades degenerativas, no saben ser honestos y creen que el dinero lo es todo lanzándose sin reservas a la obtención de éste. La gran prueba de que la educación actual en una farsa es observar la descomposición social en la que se debate el mundo: Atracos violaciones, infidelidad, promiscuidad, asesinatos, robos, deshonestidad en todos los planos sociales (sobre todo en los dirigentes), drogas, alcohol, tabaco, guerrillas, protestas, atentados y grupos terroristas.

Por otra parte, el descontrol climático severo, inundaciones, tornados inusuales y lluvias torrenciales, terremotos, deforestación fuera del límite, contaminación atmosférica, tsunamis. Todos los noticieros de televisión diurnos y nocturnos se llenan al tope de noticias desastrosas. ¿Será lo anterior el reflejo de una educación excelente? Imposible: los colegios y universidades tienen la culpa de todo esto porque, en lo que toca a la educación, están tristemente equivocados; solamente trabajan para producir y hacer producir dinero. Creyeron que tecnología es civilización y con este proceder consiguieron que el mundo se devorara con la ciencia enseñada sin conciencia.

No se trata de una sociedad que explota a los niños —como los desprevenidos lo puedan estar pensando—. Muchos de los trabajos son simples juegos didácticos donde se les enseña que la vida no tiene sentido si no se sirve con amor

Se trata de una sociedad inteligente y justa que no mantiene a un hombre hasta los 18 o más años, colgados y exprimiendo a sus padres, y hasta esa desarrollada edad sus manos no han dado ni un solo fruto a la sociedad que los está sosteniendo.
Caso opuesto, la sociedad egomundista se mofa de no explotar a los niños con trabajos, pero los deja morir tirados en las calles, y permite que millones de niñas se prostituyan desde la infancia por falta de comida, hogar, estudio, oportunidades, medicinas y amor.

Caso contrario, en las ciudades del egomundo se oyen expresiones como: Es tan horrible el trabajo que hasta le pagan a uno”, o “si el trabajo es salud prefiero quedarme enfermo”. Tan desastrosa manera de pesar ha dado como resultado una generación de zánganos que viven de los que tienen que trabajar hasta agotar sus fuerzas por un salario infame… que injusticia.

Recordar que aquí los trabajos no son todos igual a lo que se considera trabajo en el Egomundo, sino responsabilidades.
Existen trabajos agradables y muy satisfactorios como estar al cuidado de los exuberantes jardines que rodean las construcciones de la ciudadela, o como contar historias de abuelos a los niños, costumbres perdidas en las ciudades sin almas.

Como se puede entender, la vida allí florece sobre la base de un trabajo racional aceptado con agrado y con conciencia de servicio. Como no hay vagos ni ricos ni pobres, y todos trabajan, no se requiere realizar jornadas agotadoras como en las ciudades en donde, entre el trabajo y el transporte, se malgasta el tiempo necesario para vivir.


Hoy día la gente llega a sus casas ya entrando la noche y no disfrutaron del día para vivir.
En las ecociudadelas el día se hizo para vivir y la noche para dormir. Por ejemplo:
1. Turno de trabajo mañana: a las 6 de la mañana, a las 12 del día está libre para ir al restaurante. Después puede tomar su tiempo libre parir al cine, a un concierto, a la biblioteca, para reunirse con los amigos en el parque principal, bañarse en la piscina, practicar su deporte favorito o ir a su casa descansar, hacer un trabajo en su computadora personal de dotación o ver la televisión.
2. Turno de trabajo de tarde: a las 2 de la tarde ya ha tenido toda la mañana para disfrutar de la vida diurna   en completa libertad.
3. Los turnos de trabajo nocturnos son muy pocos y rotativos.


Como se ha explicado, la ecociudadela va atender a nobles abuelitas y a tenaces abuelos provenientes de las ciudades en donde los familiares no pueden atenderlos, y se dan cuenta que las ecociudadelas constituyen el sitio más sano y seguro en donde encontrarán una vida nueva.

Sabemos que los abuelos más que medicinas necesitan calurosa compañía de personas que las escuchen y comprendan. Qué hermoso trabajo para quienes profesionalmente pueden brindarlo.

Tenemos que cuidar niños, atender turistas y atendernos a nosotros mismos

Las sillas de ruedas, inclusive enfermos en camillas rodantes, pueden circular por todas partes para que las personas en recuperación, y aun los muy delicados, puedan asistir al espectáculo que deseen, acompañados por su médico y de las personas y equipos que se requiera… sentirse comprendido, bien atendido y siendo partícipe de la vida en sociedad y en completa libertad, es la mejor medicina.

Allí los médicos no escatiman ni tiempo ni esfuerzos, contrario a las citas de cuarto de hora que se dan en los centros de salud social en las ciudades egomundistas.
El aire puro, el sol, las fuentes de aguas, los jardines y la sonrisa de gente amable son los indispensables e irremplazables médicos de la “medicina fractárica” que no existen en las clínicas ni en los asilos cementosas de las ciudades que parecen tumbas de concreto hechas para los vivos.

En las ecociudadelas hierve la vida alimentada con la calurosa energía del trabajo humano; y todo el día es una fiesta de actividades sin fin realizadas con amor. Pero el fragor social termina a las 6 de la tarde cuando sus habitantes se retiran a la intimidad de sus sencillos pero confortables hogares.
Únicamente toman sus puestos los ecoaldeanos que, por temporadas, deben cumplir horarios nocturnos indispensables.




SE ACABA LA FIGURA DE LAS AMAS DE CASA



No hay: Cocinas, ni lavaplatos, ni lavadoras, ni mesas grandes de comedor

Todo el mundo va al restaurante y, en caso de los enfermos, la comida es especial y se las envían desde el restaurante supervisado por el nutricionista.
La ropa —exceptuando la íntima— se lleva a la lavandería y se retira allí mismo.

De esta forma la economía en alimentos, agua, energía, control de basuras, contaminación, tiempo y trabajo humano es enorme, porque los citados trabajos se realizan profesionalmente en serie o a nivel industrial con equipos humanos profesionales y máquinas tecnológicas especialmente diseñadas para rendir en grande.

Las damas, que en las ciudades actuales son condenadas a estar encerradas en una casa esclavas de los trabajos domésticos, en las Ecociudadelas trabajan el horario acordado según sus capacidades y disfrutan todo el día de una vida estimulante en el seno de una sociedad amable. Son dueñas de su tiempo libre para invertirlo en asistir a los espectáculos y programas culturales diversos y de altura que a diario se dan allí. No les tienen que rogar a sus esposos que las saquen de su encierro una vez por semana… si acaso.

Muchas se preguntarán: ¿en qué puedo trabajar yo si no soy experta en algo? Pues si sabe y le agrada conversar ya es experta en mucho y puede desempeñar un trabajo a nivel profesional muy valorado y supremamente humano

Como se ha explicado, la ecociudadela va a atender a nobles abuelitas y a tenaces abuelos provenientes de las ciudades en donde los familiares no pueden atenderlos, y se dan cuenta que las ecociudadelas constituyen el sitio más sano y seguro en donde encontrarán una vida nueva.
Sabemos que los abuelos más que medicinas necesitan calurosa compañía de personas que las escuchen y comprendan. Qué hermoso trabajo para quienes profesionalmente pueden brindarlo.
Tenemos que cuidar niños, atender turistas y atendernos a nosotros mismos: En las eco-ciudadelas hierve la vida alimentada con la calurosa energía del trabajo humano; y todo el día es una fiesta de actividades sin fin realizadas con amor.
Pero el fragor social termina a las 6 de la tarde cuando sus habitantes se retiran a la intimidad de sus sencillos pero confortables hogares. Únicamente toman sus puestos los ecoaldeanos que, por temporadas, deben cumplir horarios nocturnos indispensables.